Buenos días,
Ahondando un poco más sobre las aportaciones de elcerebrito y jmugeda me gustaría centrar el debate en el objetivo último de la adquisición de un ERP. ¿Por qué me refiero al objetivo “ultimo”?, Porque este es el que debe determinar exclusivamente los criterios de selección.
La adquisición de un ERP por parte de una compañía no debe diferenciarse, y en eso creo que todos estaréis de acuerdo, en la adquisición de cualquier otro activo de una compañía. ¿y en que se basa la adquisición de un activo? Primero debe estar alineado con la estrategia de la compañía y dar respuestas a su necesidades operativas para el cumplimiento de esta. Sí, es muy evidente, pero pocas veces se comenta.
Segundo, y no por orden de importancia, la obtención de beneficios de esa inversión. Para ello se deberá conocer el periodo en el que se obtendrá el retorno. Para conocer el beneficio que obtendremos se deben tener en cuenta muchas variables mediante estudios comparativos de la situación actual y de las mejoras que se quieren implementar, detallando cada uno de los procesos, funciones de cada uno de los usuarios, la estructura organizativa… (Presente y futuro deseado)…y todo esto previo a mover un solo dedo en la elección de la herramienta.
Teniendo claros todas estas variables podremos cuantificar que beneficios podemos obtener de la implementación de esta mejora de procesos y es cuando mediante técnicas de análisis diferencial debemos seleccionar aquella herramienta que funcionalmente tiene un mayor índice de similitud con lo que debemos hacer. Entran en juego entonces otras variables como usabilidad, curva de aprendizaje, flexibilidad, interoperabilidad, etc. Todas ellas deben ser ponderadas en función de cada compañía, y si bien algunas tendrán un peso similar en cualquiera de ellas puede que otras sean críticas para unas o no. Todas ellas actuaran como variable en la ecuación del beneficio.
Dejo para el final el aspecto coste, motivo de anteriores aportaciones. Este toma diferentes apellidos, pero todos, como cualquier variable de las comentadas anteriormente incidirán como una más en el objetivo último. Primero el coste de adquisición, el que provoca más controversia y suele ser en muchos casos “sobre ponderado”, análisis aparte merecen las opciones SaaS, pues redefine por completo la ecuación utilizada para el cálculo de beneficio. El coste total de propiedad minus valorado o no tenido en cuenta en muchos casos. Finalmente el hermano pobre de la familia: el coste de oportunidad. Este último solo aflora en los casos más negativos, cuando después de una implantación acabada de finalizar o en breves años se decide hacer borrón y cuenta nueva y empezar de 0 de nuevo.
Para cualquier inversión todo el mundo sabe que a mayor beneficio mayor riesgo y viceversa. Toda empresa debe evaluar según su perfil (riesgo o conservadurismo) que riesgo quiere correr en el momento de hacer una inversión. Aquí tampoco escapa en el caso de un ERP. Debemos evaluar el riesgo de obsolescencia, continuidad y estado financiero del fabricante, aspectos geográficos, etc. No afecta al beneficio obtenido de forma directa en condiciones positivas pero si al riesgo de perder o añadir sobre coste a la inversión.
Estoy de acuerdo que el proceso de selección es complejo, pero en la mayoría de los casos, este proceso adolece de invertir tiempo en el análisis interno de la compañía, revisión de su estrategia y planes operativos. Este apartado debería ocupar más tiempo que las reuniones con fabricantes de ERP’s, partners, etc.