Estimado Enrique de Miguel,
Es posible que este no sea el foro adecuado para exponer mi visión del tema que tratamos. Puede ser que mi afán por defender los intereses del suelo patrio me haya impedido darme cuenta de que las intervenciones en este foro son solamente de tinte comercial.
Nada tengo contra las acciones comerciales en sí, aunque he de reconocer que no me hace muy feliz comprobar que cualquier pretexto es válido para lanzar una andanada.
No es tu caso Enrique de Miguel, pero tampoco me regocija ver estilos que reflejan el de nuestra peor clase política utilizando la descalificación ajena como factor diferencial en lugar de aportar de manera objetiva las ventajas que hacen del sistema a promocionar más competitivo que los demás.
Prefiero pensar que un foro tiene un interesante componente de debate, que a fin de cuentas siempre aportará algo a quien se interese en ello. Por esa razón quiero contestar en cierta medida a tus argumentaciones, sin perder en ningún momento la perspectiva del asunto que me ha llevado a lanzar este tema.
En primer lugar querría incidir en la gran diferencia que existe entre el discurso comercial (que no tecnológico) y el científico. La investigación no puede bajo ningún concepto apoyarse en apreciaciones subjetivas. Previamente a cualquier acción se efectúa un riguroso estudio sobre el estado del arte, de tal manera que se garantice precisamente el no estar reinventando la rueda. Cualquiera que lea tu contestación puede pensar que estamos trabajando en vano, pues dices que el producto que representas hace muchos años que ya había dado con ello.
Debo decir que en el mundo de la organización de la producción se habla de un modo “mixto” de producción cuando la empresa tiene más de una estrategia de producción, pero siempre vinculadas a la parte de SCM interna. Es decir, una empresa puede producir bajo pedido (MTO) y también contra stock (MTS), o puede ofrecer a sus clientes ingeniería bajo pedido (ETO) mientras que también realiza MTO.
Sin embargo, atendiendo a las características propias de los procesos de producción, pueden establecerse las tan conocidas categorías de producción discreta y de proceso.
No voy a ahondar en cada una de ellas, pero si dejar claro que muchos procesos de producción no pertenecen por completo a una o a otra, sino que tienen características que les hacen pertenecer a las dos. Este es el modelo “híbrido” de producción. Y precisamente este modelo se da con mucha frecuencia en la PYME industrial española.
Aclarado esto, añado que coincido contigo en que hace 25 años ya se ofrecían soluciones independientes para ambos tipos de producción. Hace 25 años el producto al que haces mención y otros “grandes”, que según vuestra web compiten con él, también habían desarrollado metodologías para soportar las estructuras de producción. De entonces datan las listas de materiales para la industria discreta (BOM) y las recetas (recipes) y fórmulas para la industria de proceso.
En nuestro caso, que buscamos el conocimiento y su transferencia a la PYME industrial, no podemos dejar de cuestionar estas ya veteranas y a veces pesadas estructuras metodológicas que no por ser eficaces dejan de ser mejorables. Por si fuera poco la envergadura estructural de las aplicaciones impide que estén al alcance de muchas PYMES, por mucho que comercialmente se intente minimizar esta cuestión tan importante.
Huyendo un poco de los aspectos más abstractos y para que se entienda con claridad el planteamiento, me gustaría utilizar un símil real que a buen seguro facilitará las cosas.
Hace 25 años existían automóviles de gasolina (industria discreta) que utilizaban carburador para gestionar la combustión (producción) y también automóviles diesel (industria de proceso) que necesitaban un sistema de inyección mecánica. Esta inyección mecánica era absolutamente distinta de la carburación.
Pues bien, ambos sistemas funcionaban correctamente, con mayor o menor eficacia y fiabilidad e incluso puede decirse que daban la talla. Algunos vehículos de gama alta disponían de las primeras inyecciones de gasolina, pero no estaban, por precio, al alcance de cualquiera.
¿Se conformó con esto la industria del automóvil? Más bien no. Se continuó investigando y fruto de ello es un enfoque totalmente diferente para mejorar los sistemas de gestión del motor.
Resulta que en la abstracción científica un motor de gasolina y otro diesel tienen muchos puntos en común en cuanto a la gestión de la combustión. Resulta que, salvo determinados elementos, la inyección electrónica ha proporcionado un modelo de gestión del motor que es válido para ambos casos. Gracias a la inyección electrónica, la combustión ha mejorado en cualquiera de los dos casos, pero gracias a la abstracción que ha dado lugar al diseño de los nuevos sistemas de gestión del motor, se han obtenido capacidades extra para gestionar el vehículo (la empresa).
Es decir, se ha mejorado la gestión del motor (producción) y la del vehículo (empresa) y se ha hecho de una manera integrada, apareciendo por primera vez el software como agente inteligente.
Además, y esto es importante, los vehículos de gama baja (PYMES) pueden disponer del mismo sistema que los de gama alta sin tener que pagar elevados precios ni cargas estructurales que les impidan subir la cuesta de su gestión diaria.
Así pues, permítaseme este alegato en defensa de la investigación, del conocimiento y de la innovación. En el entorno investigador aceptamos encantados la crítica constructiva, pero huimos del derrotismo del “que inventen ellos”.
Enrique de Miguel, a lo mejor de aquí a un tiempo productos como el que representas, de cuya competencia no dudo, acaban evolucionando hacia soluciones que algún equipo de investigación ha desarrollado de manera acertada.
Espero que nadie se sienta incómodo por mis palabras, pero como investigador no podía dejarlas en el tintero.
Cordiales saludos,
Investigator